Migrantes arriesgan su vida en las dunas del desierto de Chihuahua, en la frontera norte con EU, que se ha consolidado como una ruta socorrida en medio del verano y con temperaturas récord mayores a 40 grados, para evitar los crecientes operativos del Gobierno mexicano y de Estados Unidos.
Los hechos ocurren tras una caída de más del 70 % en los arrestos diarios de migrantes en la frontera de Estados Unidos con México desde el punto álgido de diciembre pasado, según afirmó el mes pasado el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
Además, la migración irregular interceptada por México subió cerca del 650 % interanual hasta un récord de casi 1,4 millones de enero a mayo, según informó el Instituto Nacional de Migración (INM) en junio.
El padre Juan Carlos López, vocero de la Diócesis de Ciudad Juárez, indicó que las autoridades de ambos países deberían coordinar operaciones humanas para evitar que los migrantes tomen este tipo de riesgos, sobre todo ahora con el verano y las crecidas del fronterizo río Bravo (o Grande) con las lluvias repentinas.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) declaró en septiembre pasado a la frontera entre México y Estados Unidos como “la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo”, con más de 686 migrantes fallecidos o desaparecidos en 2022.