Fuente/TELEVISA NEWS
Un hombre que fue baleado el 3 de agosto de 2019 en un ataque contra hispanos en una tienda Walmart de El Paso murió tras pasar meses en el hospital, de acuerdo con un funcionario de la institución, con lo que la cifra de fallecimientos por la masacre se elevó a 23.
“Después de una lucha de casi nueve meses, nos sentimos apesadumbrados al informar que Guillermo `Memo’ García, el último paciente que nos quedaba del tiroteo en El Paso, ha muerto”, informó el director general de Del Sol Medical Center, David Shimp.
García y su esposa Jessica Coca García estaban recaudando fondos para el equipo de fútbol de su hija en el estacionamiento del Walmart cuando el agresor comenzó a disparar ese sábado por la mañana.
A García le sobrevive su esposa, quien se recuperó tras sufrir heridas en las piernas. Una semana después de la masacre, Jessica se levantó de su silla de ruedas para pronunciar un discurso al otro lado de la calle donde se encuentra la prisión del condado en la que estaba detenido el supuesto agresor.
“Siempre quise creer que el racismo era algo que no existía. Obviamente sí existe”, declaró.
El sospechoso Patrick Crusius, un hombre de 21 años originario del área de Dallas, permanece detenido en la misma cárcel a la espera de su juicio. La fiscalía estatal lo acusó de asesinato y desea que se le aplique la pena capital, mientras que los fiscales federales le imputaron cargos por crímenes de odio.
La policía arrestó a Crisius cerca del lugar de la masacre, después de que se entregó a los agentes diciéndoles que su blanco eran los “mexicanos”. Las autoridades también le atribuyeron un manifiesto racista de cuatro páginas en el que criticó la “invasión” hispana de Texas y de Estados Unidos, y en el que hacía un llamado a la segregación racial y étnica.
El tiroteo fue el mayor ataque terrorista en contra de hispanos en la historia moderna y causó temor en la comunidad latina.
Tras el atentado, la policía de El Paso señaló que previamente Walmart había contratado a agentes de policía en sus días de descanso para que vigilaran algunos de sus establecimientos de mayor tamaño, pero en algún momento cesó dicha práctica.
La familia García se unió a varias otras víctimas que presentaron una demanda colectiva contra Walmart por la falta de seguridad durante un ajetreado sábado de compras en el que había unas 3.000 personas en la tienda. La demanda continúa en curso.
Después del ataque, la compañía con sede en Bentonville, Arkansas contrató a vigilantes armados y desarmados para todas sus tiendas. Además, dejó de vender pistolas y municiones para armas cortas.
La tienda en la que ocurrió el tiroteo reabrió en noviembre pasado.