Francia está inquieta por el papel político que podría tener Elon Musk en la futura Administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, teniendo en cuenta los antecedentes de la acción del magnate al comprar y transformar la red social Twitter, ahora X.
“Esperemos que no inflija a la democracia estadounidense el tratamiento que ha administrado a Twitter. La democracia es un tesoro frágil”, señala el ministro francés de Exteriores, Jean-Noël Barrot, en una entrevista publicada este domingo por el diario Le Parisien.
“No aceptaremos nunca que el debate público se deslocalice en redes sociales desreguladas en manos de intereses particulares, sean estadounidenses o chinas”, añade el ministro, que reitera el mensaje de que los europeos deben asumir la acción para ser actores de su futuro en lugar de limitarse a ser “espectadores de una historia escrita por otros”.
A ese respecto, Barrot insiste en que desde la llegada a la presidencia hace siete años de Emmanuel Macron, Francia empuja a sus socios de la UE para que “Europa vuelva a ser lo que nunca debería haber dejado de ser, una potencia geopolítica sin igual”.
Eso pasa por reforzarse en el terreno militar, industrial y comercial porque “la protección que Estados Unidos aportaba ya no está garantizada” y los europeos se enfrentan a “un triple riesgo existencial”.
En concreto, el de una “inseguridad generalizada” y la guerra en el continente, el “descuelgue industrial y tecnológico” y “la desintegración del modelo democrático”.
Sobre la seguridad, Barrot hace hincapié en que el 80 % de los equipamientos militares y las municiones de los ejércitos europeos proceden de otras regiones del mundo lo que constituye “una dependencia inaceptable” que hay que corregir con un desarrollo masivo de la industria militar.
Preguntado sobre si los europeos estarían dispuestos a sustituir a Estados Unidos como soporte de Ucrania en su guerra con Rusia si Trump pone fin a esa ayuda, el jefe de la diplomacia francesa se esfuerza por evaluar esa hipótesis.
Para él, el próximo presidente estadounidense no estará dispuesto a dar su visto bueno a las pretensiones de Rusia, que serían “la mayor anexión territorial de la historia desde hace 75 años”.
Y además, sabe que “no se puede concluir ninguna paz justa y duradera a espaldas de los ucranianos y saltándose a los europeos. Sería consagrar la ley del más fuerte, con consecuencias muy graves en Europa y en otras regiones del mundo”.