La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, completa su primer mes con retos significativos, entre los que destacan el aumento de la violencia en varias regiones del país y las polémicas surgidas a raíz de la aprobación de la reforma judicial y el consecuente paro de los trabajadores de dicho sector.
Durante este periodo de Sheinbaum Pardo -la primera mujer en el cargo en la historia de México-, la violencia ha sido un tema central, especialmente en Chiapas y Sinaloa.
El asesinato del padre Marcelo Pérez, un sacerdote conocido por su labor humanitaria en Chiapas, ocurrido el 19 de octubre, se convirtió en un símbolo de la creciente inseguridad en la región y puso de relieve el clima de violencia en ese estado fronterizo con Guatemala, donde grupos delictivos luchan por el control de territorios.
El padre Marcelo había recibido amenazas previas, lo que ha llevado a cuestionar la efectividad de las políticas de seguridad implementadas hasta ahora.
En Sinaloa, los conflictos entre los hijos del Joaquín Chapo Guzmán y los fieles de Ismael Mayo Zambada han escalado a niveles alarmantes desde la captura de este último por Estados Unidos, con la colaboración de Los Chapitos, en julio.
Cientos de personas han muerto desde que empezaran los enfrentamientos en agosto y la situación de inseguridad parece continuar, haciendo imposible la vida normal de los habitantes del occidental estado y con graves consecuencias para las economías locales.
Sheinbaum respondió con el envío a la zona de su secretario de seguridad, Omar García Harfuch, y con un incremento de la presencia militar en la región, estrategia que algunos expertos califican como ineficaz.