BARCELONA.- El Barcelona puso un pie en la final de la Champions (3-0), gracias a un doblete de Messi y otro tanto de Luis Suárez, que escondieron un discreto partido de los azulgranas ante el Liverpool, que mereció llevar la eliminatoria más abierta a Anfield Road.
Valverde sacrificó el juego posicional sentando a Arthur e igualó el despliegue físico del rival poniendo a Arturo Vidal. Y el Barza propuso a los «reds» un partido de ida y vuelta que a punto estuvo de costarle caro en el arranque. Pero al final, logró oro puro de un duelo que se le complicó por momentos.
El Liverpool, mucho más acostumbrado al intercambio de golpes, fue a buscar muy arriba a los azulgranas, incapaces de poner pausa al choque, acumulando pérdida tras pérdida y empezando a sentir el el agobio del equipo de Klopp.
Pero ya lo dijo Rakitic en la víspera: en este Barza, Messi se pone delante y los demás le siguen. El astro argentino acabó con el desconcertante inicio de sus compañeros bajando a recibir al centro del campo para evitar que el equipo se partiera en dos.
Dos fogonazos del «10» pasado el cuarto de hora acabaron con sendos remates de Coutinho, el primero a las manos de Allison y el segundo demasiado cruzado. El Barcelona, que estaba siendo dominado, golpeaba primero.
El Liverpool, que había perdido a Keïta por lesión, mediada la primer mitad, seguía apretando pero, pese a la movilidad de Salah y Mané, no llegaba con claridad a la meta defendida por Ter Stegen.
El Liverpool, mucho más acostumbrado al intercambio de golpes, fue a buscar muy arriba a los azulgranas, incapaces de poner pausa al choque, acumulando pérdida tras pérdida y empezando a sentir el el agobio del equipo de Klopp.
Pero ya lo dijo Rakitic en la víspera: en este Barza, Messi se pone delante y los demás le siguen. El astro argentino acabó con el desconcertante inicio de sus compañeros bajando a recibir al centro del campo para evitar que el equipo se partiera en dos.
Dos fogonazos del «10» pasado el cuarto de hora acabaron con sendos remates de Coutinho, el primero a las manos de Allison y el segundo demasiado cruzado. El Barcelona, que estaba siendo dominado, golpeaba primero.
El Liverpool, que había perdido a Keïta por lesión, mediada la primer mitad, seguía apretando pero, pese a la movilidad de Salah y Mané, no llegaba con claridad a la meta defendida por Ter Stegen.
El Barcelona se replegaba atrás e insistía en el ataque directo en lugar de apostar por la posesión. Eran los peores momentos del conjunto local y Valverde decidía cambiar a Coutinho por Semedo, adelantar a Sergi Roberto y pasar a un 4-4-2 para ganar equilibrio y posesión.
El Camp Nou, lleno a reventar esta noche, se dio cuenta del delicado momento por el que atravesaba el equipo y decidía aumentar la presión ambiental, pero el Barza seguía persiguiendo sombras en lugar de defender con el balón, como es natural en él.
Pero el futbol no siempre es justo y los locales se encontraron con el segundo en la primera llegada clara de la segunda mitad. Una rápida transición que acabó con un remate al larguero de Suárez, cuyo rechace lo empujó Messi a portería vacía para hacer el 2-0 a un cuarto de hora para el final.
Klopp, desesperado en la banda, se jugaba la carta de Firmino, reservado por sus problemas musculares, pero este curso Messi ya lo avisó: quiere «esa copa tan linda y deseada» que se llama Champions.
El astro argentino la reventaba a la escuadra en un lanzamiento de falta para hacer el tercero, enloquecer al Camp Nou y sumar su tanto 600 como azulgrana.
En los últimos minutos, el Liverpool intentó sobreponerse al golpe buscando el gol que le mantuviera vivo para la vuelta en Anfield, pero la desgracia se cebó en el conjunto ‘red’, cuando Salah estrelló un disparo al palo con Ter Stegen prácticamente batido.
Aunque aún podía haber sido peor para el equipo británico. En la última jugada del tiempo añadido, Dembélé, recién ingresado en el terreno de juego, falló una contra clara, rematando solo a las manos de Alisson.
Con informacion de Vanguardia