A los 8 años, Juan se convirtió en el primer menor de edad mexicano en recibir el acta de nacimiento que reconoce su identidad de género en Estados Unidos, luego de que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) diera luz verde para la expedición del documento oficial para connacionales que viven en el extranjero.
El sueño que anhelaba Juan desde que tenía 6 años al fin se hizo realidad al recibir de parte del Consulado de México en San Bernardino, California, el acta que lo identifica como niño y que deja atrás el primer nombre que siempre rechazó.
Este logro no fue fácil para Juan y su familia pues tenían diversos factores en contra: la falta de visibilización de la existencia de las infancias trans y el hecho de ser migrantes mexicanos viviendo en California.
“No había un camino legal que nos llevara a acceder al acta porque no tenían reconocimiento las infancias trans y menos las infancias trans inmigrantes como nosotros porque desafortunadamente Juan no es ciudadano americano, pero nos acercamos a una ley en California que reconoce la identidad, nombre y pronombre preferido”, explica Grisel, madre de Juan.
Este 31 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, una jornada de concientización y sensibilización para evitar el rechazo hacia las personas que se identifican con un género distinto al sexo que les fue asignado al nacer.
Como el caso de Juan, quien desde temprana edad comenzó a dar señales que indicaban que prefería ser niño.
Grisel destaca que a los 4 años Juan dijo claramente que él no era una niña, pero en ese momento no contaba con información suficiente para respaldar esta decisión.
“Mi respuesta rápida fue decirle ‘no mi amor, tú nunca vas a poder ser un niño’ y eso estalló su situación emocional”, recuerda.
“Contacté con mi sicológo y no estaba capacitado en temas de la comunidad LGBTTTI. Teníamos sesiones en las que decía que había que negociar y en el camino varias veces tuvo que ceder a usar vestidos o hacer lo que le pedíamos sólo para darnos gusto”.
Durante dos años, la familia mantuvo esta dinámica, pero el pequeño nunca cedió respecto a su identidad: “Mamá, yo no soy una niña, yo soy un niño”, declaró nuevamente a los 6 años.
“Él ya tenía pensamientos respecto a la muerte y una noche me dijo que iba a rezar para que Jesús le cumpliera su deseo de ser un niño. Fue entonces de dejé de negociar con él”, explica.
Grisel ya estaba ampliamente documentada sobre las infancias trans y buscó entonces redes de apoyo y las encontró en PFLAG, una asociación estadunidense de padres de personas de la comunidad LGBTTTI y en Asociación por las Infancias Transgénero, una organización mexicana.
Entonces Juan comenzó a usar el nombre que él eligió y comenzó a desarrollar su identidad de género, aunque oficialmente no había recibido el reconocimiento.
En febrero, cuando el titular de SRE, Marcelo Ebrard, anunció que los consulados y las embajadas de México en el mundo expedirían actas de nacimiento por reconocimiento de identidad de género de manera confidencial expedita y sin necesidad de acreditar ninguna prueba ni promover un litigio de manera previa, Juan tuvo la oportunidad de conseguir su documento.
“Nos apoyo la Red de Infancias Trans desde México y afortunadamente el trámite no marcaba límite de edad por lo que fue una posibilidad para mi hijo”, señaló Grisel.
Hace unas semanas, Juan obtuvo su acta de nacimiento en el consulado y la emoción fue tal que no dijo nada, sólo lloró de felicidad.
“Lo abracé, le dije que lo amaba y que sería la última vez que veía su viejo nombre que no lo identificaba”, comentó Grisel.
Con este logro, la familia espera que otras personas sigan sus pasos, que acompañen a las infancias trans y que respeten la identidad de género de todas las personas.
“Las infancias trans existen, la mayoría de los adultos transgénero refieren que ellos se identificaron desde los 6 años. Mi trabajo ahora como mamá es hacer esto visible porque no quiero que más papás le contesten a sus hijos que nunca van a poder ser lo que ellos desean”, dijo Grisel.
Fuente: La Jornada