
Miles de migrantes abandonan su trayecto hacia Estados Unidos tras dos meses de la presidencia de Donald Trump y ahora trabajan en la informalidad en la frontera sur de México, desde albañiles hasta trabajadores sexuales, ante la tardanza del Gobierno mexicano para regularizarlos o darles asilo.
Los migrantes laboran como vendedores de refrescos, en puestos de comida de pupusas salvadoreñas y tamales, en comida rápida, o como pintores, camareros, herreros, albañiles, comerciantes, enfermeros, carpinteros o trabajadores sexuales, según ha constado EFE en Tapachula, la mayor ciudad del límite sur de México.
México ha recibido a 24 mil 413 deportados en las primeras ocho semanas de la nueva Administración de Trump, incluyendo 4 mil 567 extranjeros, según reportó la presidenta Claudia Sheinbaum, quien opinó que “no son muchos”.
A los mexicanos deportados que llegan, el Gobierno de México otorga la ‘Tarjeta Bienestar Paisano’ con 2 mil pesos mexicanos, así como apoyo para buscar empleo, mientras que a los extranjeros les ofrece ayuda para gestionar su regularización o volver a su país.