
Activistas y migrantes en la frontera norte de México denuncian caos y desesperación tras las primeras deportaciones de la Administración de Donald Trump, cuestionan si el Gobierno mexicano está preparado para recibir a los migrantes deportados y reconocen que el peor escenario aún no se materializa.
A dos semanas de que Trump regresara a la Presidencia de Estados Unidos, la incertidumbre y el miedo se han apoderado de la comunidad migrante en la frontera con México.
Las deportaciones masivas, la cancelación de citas y el endurecimiento de las políticas migratorias han dejado a miles de personas en una pausa y sin respuestas claras del Gobierno de México.
“Se cancelaron las citas y ya no hubo oportunidad para nosotros”, lamentó Evelyn Vázquez, migrante guatemalteca que había esperado 10 días en la fronteriza Ciudad Juárez para su cita de ingreso legal a Estados Unidos.
Contó a EFE que sin previo aviso su proceso fue detenido el mismo día en que Trump asumió el poder, el 20 de enero. “Fue frustrante y bastante triste. Saber que no era este el lugar donde pensábamos que íbamos a estar”, expresó con resignación.
Vázquez, quien viajó con sus tres hijos, describió el trato de las autoridades estadounidenses como “normal”, pero condenó las imágenes de deportaciones masivas que han circulado en redes sociales.
“Nos están deportando con cadenas, amarrados. Ni a los animales los tratan así. No es justo”, añadió.
El domingo, en varias ciudades de Estados Unidos, miles de personas migrantes de México y otros de América Latina salieron a manifestarse contra las redadas migratorias y las deportaciones llevadas a cabo por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés).