El papa Francisco afirmó desde Bruselas que los abusos a menores “son la vergüenza y la humillación de la Iglesia” y agregó: “tenemos solo que pedir perdón“, durante su discurso a las autoridades durante su primer día de agenda oficial en Bélgica.
“Esta es la vergüenza que hoy todos nosotros tenemos, hay que afrontar y resolver el problema”, añadió en su discurso ante las autoridades del país en el Castillo de Laeken, donde también se reunió con los reyes de los belgas Felipe y Matilde.
“Mi pensamiento va los santos inocentes de los tiempos del rey Herodes, pero es ahora cuando es la misma Iglesia la que ha cometido este crimen y la Iglesia tiene que pedir perdón y resolver esta situación con humildad cristiana y hacer de todo para que no suceda más”, agregó, improvisando sobre su discurso escrito.
Añadió que aunque algunos dicen que los abusos también se cometen entre familiares o en el mundo del deporte, “sólo un caso en la Iglesia es suficiente para probar vergüenza”. “Tenemos solo que pedir perdón y esta es nuestra vergüenza y nuestra humillación”, aseveró.
Francisco también añadió que la Iglesia está afrontando “la plaga” de los abusos a menores “con decisión y firmeza, escuchando y acompañando a las personas heridas e implementando un amplio programa de prevención en todo el mundo” y lamentó los casos de “adopciones forzadas”.
El primer ministro belga en funciones, Alexander De Croo, reclamó por su parte al papa Francisco que en relación con los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia “hay que dar pasos concretos” y “escuchar a las víctimas”, además de reconocer “las atrocidades” y hacer justicia.
En su discurso en un país donde se está viviendo una fuerte perdida del número de católicos, Francisco explicó que “la Iglesia anuncia una Noticia que puede colmar de alegría los corazones y, con las obras de caridad y los innumerables testimonios de amor al prójimo, busca brindar signos concretos y pruebas del amor que la mueve”.
Ante los reyes Felipe y Matilde, quien recibió al pontífice vestida de blanco, prerrogativa del protocolo que sólo tienen la reinas católicas, el papa constató que sin embargo la Iglesia “vive en las mentalidades de una determinada época, que no siempre comprende y vive el mensaje evangélico en su pureza y plenitud”.
Por otra parte, el papa Francisco también mostró su tristeza por las ‘adopciones forzadas’ en Bélgica entre los años 50 y 70 del siglo pasado.”
En esas historias espinosas se mezcló el fruto amargo de un crimen y un delito como el robo de bebés, “con aquello que era lamentablemente el resultado de una mentalidad difundida en todos los estratos de la sociedad; hasta el punto que, quienes actuaban de acuerdo a esa mentalidad, pensaban en conciencia que estaban haciendo un bien, tanto para el niño como para la madre”, explicó el papa.
“Con frecuencia las familias y otras entidades sociales, incluida la Iglesia, pensaron que, para quitar el estigma negativo, que desgraciadamente en esos tiempos afectaba a la que era madre soltera, sería mejor para ambos, madre e hijo, que este último fuera adoptado. Hubo incluso casos en los cuales a algunas mujeres no se les dio la oportunidad de decidir si quedarse con el niño o darlo en adopción”, añadió.
Según el podcast ” Kinderen van de Kerk ” (Hijos de la Iglesia) del periódico belga Het Laatste Nieuws, emitido en diciembre del año paso, la Iglesia vendió alrededor de 30 mil niños sin el conocimiento de sus madres, en un período que va desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 1980.