Un sujeto que ya se encontraba en problemas al ser detenido por la Policía de Maricopa, Arizona, empeoró su situación al tratar de cometer otro crimen dentro de los separos de la corporación policiaca en Phoenix.
Justin Avery, de 29 años de edad, ya había sido capturado por las autoridades locales por acosar sexualmente a por lo menos diez mujeres en las inmediaciones del campus de la Universidad Estatal de Arizona en Tempe.
Mientras esperaba a ser trasladado a la prisión, ya con el tradicional uniforme naranja que suelen portar los presos en Estados Unidos, se arrastró desde el área de hombres hasta la zona designada para las mujeres.
Allí, aprovechó que una mujer dormitaba para intentar bajar sus pantalones con intenciones lascivas, hasta que otra detenida comenzó a gritar y a reclamarle por sus acciones. Como es de esperarse, fue inmediatamente reaprehendido.
Argumenta atracción irresistible
En la declaración preliminar con respecto a los cargos de acoso y agresión sexual, Avery señaló que se consideraba inocente debido a que solo quería saciar sus “necesidades” y que, de no haber sido rechazado por las mujeres, no se habría comportado agresivamente.
En el expediente judicial constan actos que van desde escupir a una mujer que no quiso salir con él, hasta la amenaza a una chica que tuvo que huir del interior de su propio auto ante la amenaza de ser abusada sexualmente.
La más reciente fechoría de Avery, grabada en video y rápidamente viralizada, fue justificada por el indiciado debido a que sentía una atracción irresistible por el cuerpo de la detenida, por lo que decidió arrastrarse “como araña” hasta ella.
De acuerdo con las autoridades, el joven pasará un par de pruebas psiquiátricas antes de sus 10 juicios, al que se sumarán otro par por asalto sexual en contra de la detenida y uno más por agredir a una oficial en servicio.