Una mujer británica de 49 años de edad se sometió a cinco operaciones y tres injertos óseos con el objetivo de poder alargar sus piernas para ser más alta, algo que de acuerdo con ella “salió terriblemente mal”, pues quedó con grandes cicatrices y perdió todos los ahorros de su vida.
En una ocasión le rompieron un hueso con un clavo de metal y, en otra ocasión, dice, sintió como si le estuvieran “asando las piernas desde dentro”. Sin embargo, su médico no ha aceptado ninguna negligencia, pues señala que fue advertida de los riesgos.
El caso de Elaine Foo fue publicado por la cadena inglesa BBC, que señala que la mujer estaba obsesionada por ser más alta, algo que atribuye a dismorfia corporal, un trastorno de salud mental en el que una persona ve un defecto en su apariencia sin importar cómo la vean los demás.
A los 25 años, Elaine se encontró con un artículo sobre una clínica china donde la gente se sometía a cirugías para alargar los huesos de las piernas. Dieciséis años después descubrió una clínica privada en Londres que ofrecía el procedimiento, con un especialista que incluso había creado un clavo especial para este procedimiento.
Buscaba pasar de 1.57 metros a 1.65 por un precio de 50 mil libras (alrededor de 1.2 millones de pesos) e inició un proceso que cambiaría su vida.
“Despertar fue muy emocionante, porque sentí que nada había pasado. No había dolor. Pero 90 minutos después, empezó. Sentí como si alguien estuviera cocinando mis piernas. Como si me estuvieran asando por dentro. Esa primera noche grité hasta las 6 am, hasta que me quedé dormida gritando”, dijo.
El procedimiento es doloroso pues los huesos de la pierna se parten en dos y se coloca una varilla de metal en el interior, que se va extendiendo gradualmente para aumentar su longitud y separar las dos mitades del hueso. El paciente debe accionar un mecanismo para aumentar el tamaño de la varilla y extender el hueso.
Una noche, mientras realizaba el procedimiento escuchó un crujido y dolor intenso, pues el clavo le había atravesado el fémur, el hueso más fuerte del cuerpo. El médico le dijo que no se preocupara, que sanaría y que deberían comenzar el proceso en la pierna izquierda, pues iniciaron con la derecha.
En esa segunda operación el clavo se rompió y con cada imprevisto el médico le cobraba más dinero lo que llevó al rompimiento de la relación médico-paciente.
En los últimos cinco años acudió con un nuevo médico para ayudarla a sanar y sostuvo un proceso legal contra el doctor que le realizó el procedimiento fallido, quien aceptó pagarle una suma, aunque sin admitir responsabilidad alguna.
“Perdí los mejores años de mi vida. Sé que a la gente le gusta oír la palabra arrepentimiento y si alguien me preguntara hoy si lo habría hecho si hubiera sabido que iba a pasar por todo esto, le diría un rotundo: ‘No, muchas gracias’”, le dijo a BBC.