Fuente/ABC
La maldición del coronavirus tampoco tiene fin en China. Ahora que parecía controlado el rebrote en el mayor mercado de Pekín, la vecina provincia de Hebei ha cerrado una comarca de 400.000 habitantes por los contagios relacionados con dicho foco. Se trata de Anxin, que está a 140 kilómetros al sur de Pekín y donde se han diagnosticado ya 13 infectados y cinco enfermos asintomáticos.
Según informa el periódico «South China Morning Post», las autoridades consideran que la situación es «extremadamente seria» y han optado por un confinamiento drástico en toda la comarca, que ocupa 726 kilómetros cuadrados y forma parte de la nueva zona en construcción de Xiongan, adonde se trasladará parte de la capital china en el futuro para descongestionarla. Adoptando las mismas restricciones que hubo en Wuhan, epicentro de la epidemia, y en las ciudades del nordeste donde aparecieron rebrotes por los casos importados de Rusia, todos sus habitantes deberán encerrarse en casa hasta que pase el peligro
. A menos que vayan al hospital o tengan permiso, tienen prohibido salir a la calle. En cada casa, solo un miembro de la familia podrá ir una vez al día a hacer la compra. Para ello, deberá enseñar su documento de identidad y tomarse la temperatura cada vez que entre y salga de su edificio y acuda a una tienda.
Con la Policía bloqueando las calles y carreteras, los no residentes no podrán entrar en los pueblos de la comarca ni sus habitantes salir. Para cumplir las normas y que no se descontrole el brote, las autoridades locales han instado a los voluntarios del Partido Comunista a vigilar a sus vecinos.
Cortar la propagación
Regada por numerosos lagos como el de Baiyang, uno de los más importantes del norte de China, la comarca de Anxin cae bajo la jurisdicción de la ciudad industrial de Baoding, que también se cerró cuando estalló el brote de coronavirus en el mercado de Pekín. Pero algunos internautas en las redes sociales le quitan importancia a la medida, asegurando que la situación está «bajo control» y que el objetivo es «impedir que el virus se propague».
Desde que se detectó el 11 de junio en el mercado de Xinfadi, que abastece a Pekín del 80 por ciento de su carne, verdura y fruta, este rebrote del coronavirus lleva ya 311 contagiados y una veintena de asintomáticos. Sumando los casos importados, que son chinos que han vuelto del extranjero, hay más de 400 enfermos en los hospitales, de los que ocho están graves. Tras el pico de más de treinta casos diarios alcanzado el fin de semana del 13 y 14 de junio, cada jornada viene cayendo un goteo de una docena de contagiados, siempre según unas cifras oficiales que muchos creen superiores.
Para controlar este rebrote, el Ayuntamiento de Pekín ha reforzado los controles y restricciones aislando la ciudad, pero sin llegar a pararla. A tenor de la Prensa oficial, las autoridades le han hecho ya la prueba del coronavirus a siete de los 20 millones de pequineses. Tras tomar muestras de los empleados y vecinos del mercado de Xinfadi y de quienes trabajan de cara al público, como camareros, peluqueros, repartidores a domicilio y conductores de autobús o metro, ayer le tocó el turno a los estudiantes. Más de 100.000 alumnos y profesores de casi un centenar de facultades se sometieron a las pruebas del ácido nucleico. En los próximos días les seguirán otros tres millones de personas del sector educativo.
Convivir con los rebrotes
Entre pruebas masivas y una docena de casos nuevos diarios, Pekín se está acostumbrando a convivir con los rebrotes, que por desgracia son inevitables con la vuelta a la actividad diaria. A pesar de la reducción de los transportes y del cierre de colegios y de más de un centenar de bares en la popular zona de Sanlitun, se respira una cierta «normalidad» bajo las mascarillas porque la mayoría de comercios y oficinas siguen funcionando. Para entrar en ellos, hace falta presentar el código de salud QR en verde y apuntar el nombre, el pasaporte y el móvil, con el que hay que llamar al teléfono del guardia de seguridad para garantizar que el número es verdadero. Solo así, con estos controles tan estrictos, se pueden atajar rápidamente los rebrotes